domingo, 24 de julio de 2011

Blog Patio Salesiano: En la muerte de Amy Winehouse


Como saben, ayer nos sorprendía la noticia de la muerte de la cantante británica Amy Winehouse, a la temprana edad de 27 años, probablemente víctima de su conocida adicción a las drogas.

Estas cosas pasan, dirán algunos, pero a mi siempre me genera un montón de interrogantes el hecho de que una persona joven, talentosa, que conoce las mieles del éxito y la fama, trunque su vida de esa manera tan penosa. 

Dando vueltas por la red, he encontrado un excelente artículo en el Blog de Jesús Rojano, Patio Salesiano, el cual cito integralmente a continuación: 

"Este sábado, 23 de julio de 2011, ha sido encontrada muerta en su casa la cantante británica Amy Winehouse. Tenía 27 años. Con dolor y tristeza, rescato sin retocar una columna que escribí sobre ella en septiembre del 2008

Dos preguntas me rondaban en la cabeza esta tarde cuando oí la noticia, justamente cuando salía de casar a dos jóvenes ejemplares, alegres, realizados y comprometidos con la vida:

- ¿Quién aportará de verdad sentido y razones para vivir a tantos jóvenes que no lo tienen?

- ¿Quién les llevará la vida en abundancia que nos ofrece Jesús (Jn 10,10)?
Pregunto quién les llevará vida en abundancia, no quién les hará bonitos discursos. Un discurso hoy lo puede hacer cualquiera.

Jóvenes y autodestrucción (Boletín Salesiano, septiembre 2008)

Jesús Rojano

Cuando escribo estas líneas, los medios de comunicación –sobre todo radios y revistas musicales y blogs de Internet-, debaten si la estrella musical del momento podrá cumplir su compromiso de actuar a primeros de julio en un gran festival de Madrid. Se llama Amy Winehouse, nació en Londres en 1983 en el seno de una familia judía, y con 20 años grabó un disco (Frank) que asombró a los críticos y seguidores del mundo de la música por la calidad de su voz y la fuerza incisiva de sus letras. Su segundo disco, Back to Black, publicado en 2006 (antes de cumplir los 23 años) ha sido número 1 en todo el mundo y ha ganado 5 premios Grammy, que vienen a ser como los Oscar de la música moderna. 

Decir hoy que no se sabe quién es Amy otorga inmediatamente el título de analfabeto en conocimiento de la música juvenil contemporánea. Antes de cumplir 20 años tenía ya una voz con una fuerza impresionante y un desgarro que recuerda a las mejores cantantes de color de jazz y soul de la historia de este género musical… A los 13 años ya tenía un grupo musical y actuaba con éxito en público. Escribe como una persona de 30 años, su voz tiene el registro de una mujer de 40, y ya se ha casado y le ha dado tiempo a tener a su marido en la cárcel… 

En definitiva, Amy lo tiene todo para triunfar y ser durante muchos años la mejor cantante en su género, por su calidad de su voz, de sus letras, de su fuerza artística… Podría ser así, le sobran cualidades y genialidad artística, y sin embargo… Sin embargo, tiene un gran enemigo: ella misma. Sus problemas con la droga son continuos, a finales de junio de 2008 está internada por ello en una clínica y nadie está seguro de que no se quiebre pronto su brillante carrera. 

Ya ha tenido tiempo de estar decepcionada con la vida y el amor, y cantar así: “¿Por qué deseo no haber jugado nunca? / Vaya desastre el nuestro. / Y ahora, la última imagen. / El amor es un juego en el que siempre se sale perdiendo”. O también: “Él se va / el sol se pone / se lleva el día, pero soy adulta. / Y en tu camino, en esta sombra azul /mis lágrimas se secan solas”.
 
Su canción más famosa, que forma parte de su segundo disco, se titula Rehab, y en los primeros meses de 2008 se ha escuchado a todas horas en las radios de todo el mundo. El asunto que trata en esta canción se aclara sabiendo que hay que traducirla como “Rehabilitación”. En ella dice, entre otras cosas: “Ellos intentan que vaya a rehabilitación / y yo digo: ¡no, no, no! / Sí, he estado muy mal, pero cuando vuelva lo sabrás… / y si mi padre quiere llevarme a rehabilitación, no iré, no iré, no iré.../ El hombre me preguntó: ¿por qué crees que estás aquí? / Pero no tengo ni idea…” 

¿Por qué una joven que parece haber logrado el mejor de los sueños y está en la cima de la fama parece elegir autodestruirse? ¿Y por qué es admirada y seguida por millones de jóvenes en todo el mundo…? 

En otra de sus canciones recientes dice que la vida es como una pipa que hay que fumar y ella lo está haciendo rápido… Quizá sea una respuesta. Parece que la vida que hemos creado no satisface el ansia juvenil de felicidad, ni siquiera a los que parecen ser los grandes triunfadores de este tipo de sociedad. Quizá especialmente a ellos. Algo similar le sucedía en los años 50 al actor James Dean o al comienzo de los 90 al cantante Kurt Cobain, líder de Nirvana, que era el Winehouse de entonces y acabó suicidándose… 

Quizá el promotor discográfico inglés Adrian Leight se aproxima bastante a la verdad cuando dice de ella: “Es una rebelde y mucha gente se identifica con eso. Hay gente peligrosa por ahí, pero ella no lo es. Sólo es peligrosa para sí misma”. Ese es seguramente el problema de ella, pero también hoy de millones de personas, especialmente jóvenes. La felicidad y el deseo de sentido pleno de la vida, cuando no se satisfacen en profundidad, con un proyecto de vida ilusionante y coherente, provocan un vacío que no se llena con nada, y la persona se vuelve autodestructiva

Escuchemos de nuevo a Amy: “Me engañé a mí misma / como sabía que haría. / Te dije que soy un problema. / Sabes que no soy buena…” En realidad, ese “sabes que no soy buena” (una autoestima resquebrajada), unido al “no tengo ni idea por qué estoy aquí” antes citado (se supone que es la sincera respuesta al terapeuta que intenta ayudarla…), explican bastante bien las cosas. ¿Quién puede ofrecer soluciones –no sólo palabras- a tantos jóvenes que se deslizan por la cuesta abajo de la autodestrucción personal…?"

Tomado de Patio Salesiano: En la muerte de Amy Winehouse

Me parece un artículo interesante para compartir con los chicos y chicas en clase de Religión, pienso por ejemplo en esos temas que se dedican en el bachillerato al problema del sentido de la vida: la reflexión sobre el significado que puede tener para cada uno la aventura misma del vivir, y la respuesta que encontramos desde la experiencia cristiana.

En este mundo nuestro, donde la noticia de mañana, es el refrito de la tarde, donde las cosas pasan y pasan, y todo es tan efímero, que nada parece dejar huella, conviene detenernos un poquito y preguntarnos por las razones de lo que acontece, indagando lo que ocurre "más allá" de los banners y los titulares del último minuto.

Un espacio privilegiado para hacerlo es, precisamente, la clase de Religión, cuando en ella se propician estos momentos de análisis frente al río de sucesos que nos asaltan día tras día, y minuto tras minuto.  

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