miércoles, 29 de febrero de 2012

Jesús toma mi barro y hazme de nuevo: Hna. Glenda



Esta canción lleva en germen el secreto de una buena noticia para todos y todas: Dios puede cambiar nuestra vida.

Allí donde fracasan nuestros esfuerzos al intentar librarnos de la trampa de los vicios, del modo de pensar y de los hábitos del hombre viejo, justo allí, florece y actúa la gracia transformadora del amor del Señor.

Somos barro en manos del alfarero, y el Señor quiere modelarnos y cambiarnos. En esta voluntad suya de salvación/sanación radica toda nuestra esperanza.

Por eso lejos de los tópicos que han hecho de la cuaresma un tiempo para realizar proezas ascéticas, lo que verdaderamente importa es abrir con fe el corazón al inmenso amor de Dios.

Cuaresma, tiempo para renovar la experiencia sanadora del perdón que cura y libera la vida entera.

Cuaresma, tiempo para dejarnos sanar por dentro de todas las heridas y tristezas que cargamos en la mochila.

Hay una verdad grande, grande, Dios ama a cada ser humano, a ti y a mi, con un amor eterno, personal, fiel, paciente, poderoso, misericordioso, transformador,...

El amor inmenso que se nos ha manifiestado en Jesucristo, por quien hemos recibido todos los bienes. Amén.

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