jueves, 26 de abril de 2012

Eternal flame: La llama eterna de The Bangles



El anciano, de ojos anochecidos, miraba sin ver la estrellada noche de abril:

- Sentir arder el corazón, sabes, eso dice la Biblia que les pasó a los dos discípulos de Emaús cuando escuchaban las palabras del Resucitado: "¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?" (Lc. 24, 32)

Alíosha, el joven, siempre atento a sus palabras, preguntó:

- ¿Qué significa eso?

- El amor de Jesús es un fuego que abrasa, una llama que arde sin jamás consumirse - Repuso el hermano, acariciando su barba blanca. Luego caminó unos pasos, se sentó junto a la lumbre, y tras unos breves instantes, prosiguió:
 
- Es un incendio de misericordia que da calor, que trae luz, que sacia la sed, que limpia y purifica, que cura y regenera, que libera de las ataduras, que desvela nuestra identidad más profunda, la tuya, la mía: ser hijo de Dios.

- Sí, sí, querido padre, ¡yo quiero sentir este gran amor!, ¡lo necesito tanto! ¿qué he de hacer? - Repuso Alíosha con franqueza, movido por la ungida palabra del anciano. 

Él lo observaba desde la tiniebla de sus retinas apagadas.

- Entra dentro de ti mismo, Aliosha, penetra en el secreto del Santo Nombre de Jesús, y lo entenderás todo.

Y añadió:

- El Santo Nombre de Jesús es fuego. Ser cristiano es convertirse en fuego.

A esas horas, cuando pensamiento y corazón confluyen en un abrazo, una cálida brisa acariciaba los naranjales del patio.

Marcelo



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