lunes, 11 de noviembre de 2013

La canción de Bartimeo: Insistir,...fe y oración



"Muchos le increpaban para que se callara. Pero el gritaba mucho más: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" (Mc. 10, 48)

Alguien me preguntó hoy si conocía algún recurso para trabajar la historia de Bartimeo,  el ciego que a fuerza de gritar logra que el Señor se detenga y le devuelva la vista cuando salía de Jericó (Mc. 10, 46-52). Me acordé de esta canción que conocí hace muchos años en Venezuela interpretada por el grupo "Somos Iguales", y compuesta por César Otaiza.




La primera vez que la escuché se hizo una representación o performance de este pasaje bíblico: se apagaron todas las luces del escenario y del fondo de la oscuridad fue emergiendo la escena en forma de un melódico canto,.... la comitiva que marcha con el Maestro, los gritos de Bartimeo, ¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mi!, la reacción de los que acompañan al Señor increpando al mendigo para que se calle. La respuesta de Jesús que se da cuenta de lo que sucede, y lo manda a llamar, le pregunta qué quiere que haga por él,... Rabí, ¡qué vea!,...y justo en ese momento, encendidas las luces del local, se descubre ante el auditorio el rostro alegre de Bartimeo que celebra alborozado la recuperación de la visión.

El contraste tremendo entre la oscuridad y la luz nos ayuda a captar lo que significa carecer del sentido de la visión.

Y recuperarlo. 

Este milagro de Jesús está lleno de enseñanzas: reconocer a Jesús que pasa, gritar con fe y humildad, gritar aunque otros quieran que callemos, gritar con el corazón delante del dador de toda gracia. 

(Esta idea de la insistencia está muy presente en los Evangelios: el amigo ante la puerta a la medianoche, la viuda ante el juez impío, la mujer cananea,...)

Insistir. Como Jacob cuando lucho con el ángel, y obtuvo la bendición (Gn. 32, 22-30)

El secreto está en el poder de la fe del que grita y persevera en su demanda. Tú fe te ha salvado, le dice Jesús

El Señor nos ayude a penetrar en todas las riquezas que tiene este bello texto del Evangelio. Entretanto, sigamos alegres a Jesús por el camino, unámonos a la comitiva de Bartimeo y aprendamos de él el arte de saber orar con perseverancia. Amén. 



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