lunes, 27 de julio de 2015

Una imagen para pensar: Cuando venga el Hijo del Hombre,...

"El espejo: cuando venga el Hijo del Hombre,  ¿hallará fe sobre la tierra?", Vladimir Kireyev



Esta pintura me conmovió. Se trata de un espejo en una calle del Moscú de hoy. En él aparece reflejado un Jesús, triste y cabizbajo, caminando en medio del gentío que transita por la acera. Rostros indiferentes, cabezas metidas en su propio laberinto, nieve, frío.

Sobresalen un chico joven hablando por el móvil, unos pájaros devorando restos de comida, una madre que aprieta contra su pecho a su bebé.

El título del cuadro hace referencia a la frase de Jesús al concluir la parábola de la viuda inoportuna y el juez impío: "Pero, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?" (Lc. 18, 8).

El fin de la parábola de Jesús era inculcarles a sus discípulos, "que era preciso orar siempre y sin desfallecer" (Lc. 18, 1). La oración perseverante es un asunto de fe, del combate de la fe, especialmente cuando las circunstancias son adversas, cuando humanamente sentimos que Dios parece darle largas a nuestras demandas. 

La gran batalla del cristiano no es con cañones y tanques, es la que se libra en la oración perseverante, que es oración de fe desnuda, aquella que se apoya en la más absoluta confianza en Dios y en sus planes de amor y misericordia. Como Jesús en el huerto de Getsemaní en la noche de su pasión. Igual.

Jesús ha unido esta oración de combate, oración de fe, con su Segunda Venida.

Toda la tradición del Nuevo Testamento nos anuncia esta manifestación final del Cristo glorioso, que estará precedida por una serie de signos, entre los cuales se destaca la apostasía: "Primero tiene que venir la apostasía" ( 2 Tes 1, 3). Apostatar es renegar o abjurar de la fe recibida. Existe un movimiento, por lo menos en España, que promueve que los bautizados en la fe católica renuncien de manera explícita a ella, a fin de que sus datos no aparezcan en el censo de la Iglesia.

Esta apostasía hasta ahora, aunque ha tenido cierta resonancia en los medios de comunicación, ha sido un movimiento francamente minoritario. Pero existe otra mucho más preocupante y extendida: es la que muchos viven en su cotidianidad, donde la referencia existencial y práctica a la fe cristiana ha desaparecido.

Gentes que viven, aunque no se declaren formalmente como ateos, como si Dios no existiera, como si no hubiera nada más allá de la muerte. 

A esto sumamos la campaña mediática en contra de la Iglesia y la influencia en la legislación, española y europea, de las tesis de un laicismo radical que pretende excluir todo referente religioso de la vida pública.

A mi nunca me han gustado las teorías conspirativas, pero es evidente que se quiere expulsar a Cristo de la cultura y de la vida de los pueblos.

Occidente se encuentra inmerso en una apostasía generalizada. No hace falta que nos lo diga una revelación particular, basta abrir los ojos y darse cuenta de lo que sucede. 

¿Significa esto que está cerca la Segunda Venida del Señor? Nadie lo sabe. Sólo Dios conoce el devenir de nuestra historia, pero hemos de estar vigilantes, con los lomos ceñidos y las lamparas encendidas. 

Intuyo, simplemente, que se acercan fuertes tormentas para los cristianos en Europa. Basta observar los nubarrones que se han ido acumulando sobre el horizonte en estos últimos años.

La Biblia se nos ha dado como consuelo y guía en el camino. Ella nos ayuda a discernir los signos de los tiempos. Hoy más que nunca tenemos que apoyarnos en la sabiduría que viene de la Palabra de Dios, a su luz podemos preguntarnos, por ejemplo: ¿qué ha sucedido con las naciones que han renegado de Dios a lo largo de la historia de la salvación? Pues eso. 

Esta es la hora que nos ha tocado vivir. Sigamos el consejo de Jesús, oremos sin desfallecer y estemos preparados, para que llegado el momento, sepamos dar cuenta, con valentía, de las razones de nuestra fe: "siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza" (1 Pe. 3, 15)


@elblogdemarcelo


2 comentarios:

  1. ¡Querido amigo Marcelo! Paz y Bien.

    Me ha gustado tu reflexión. Al leerla me venía a la mente aquella frase de Henri de Lubac: "cuando el hombre construye una sociedad sin Dios, lo hace contra el hombre". En estos momentos de ataque a la religión en diversos frentes, debemos ser transparentes al amor de Dios y que nuestra vida sea reflejo de Él. Recemos pués y que el Señor y nuestros hermanos, los hombres, nos pillen preparados en la prueba.

    Un abrazo fraterno y que el Señor bendiga tu vida y tu labor.

    José Manuel

    ResponderEliminar
  2. Muy bueno y acertado tu comentario querido Marcelo, sigamos orando para que volvamos la mirada hacia al Señor y nos ayude a estar preparado para su venida..un fuerte abrazo carmelitano amigo

    ResponderEliminar